Mi llegada a APEM. Luís Cores.
Hace siete años mi vida transcurría por unos derroteros que no eran los más idóneos para vivir una vida digna. En mi pueblo, a Illa de Arousa, mi vida consistía en trabajar por la mañana, y haciendo mala vida por las tardes. Llegado el momento acabé muy mal, por culpa de mis vicios y de mi vida tan pobre. Mis padres, muy mayores no podían ayudarme, entonces una de mis hermanas tomó una decisión por mí y traerme para Cee.
Tras empezar a vivir aquí mi vida empieza a cambiar de forma radical. Un buen día mi hermana me cuenta que en Cee hay una entidad que apoya a las personas con enfermedad mental y a sus familias. Decidí acercarme e informarme sobre lo que allí se hacía. Ese mismo día decidí formar parte del Centro de Rehabilitación.
Al principio me costó adaptarme tanto a la vida en Cee como a Apem, poco a poco, y con el tiempo descubrí una serie de actividades y sobre todo personas que me ayudaron a encontrarme mejor.
Nuestra Vida en APEM. Almudena
Desde que llegué aquí, las cosas han cambiado mucho. Yo llevaba sobre 14 años en el Sanatorio de Conxo en Santiago, y, ni que decir tiene que no me daba acostumbrado a estar allí. Un buen día me ofrecieron la posibilidad de irme a Cee a una residencia ubicada en rincón privilegiado, frente al mar.
Cuando llegué me notaba como una extraña en el centro, pero el trato recibido y las actividades que realizaba hicieron que construyese mi espacio y mi adaptación avanzase a pasos agigantados.
Tanto a mis compañeros como a mí lo que más nos gusta es caminar por el precioso paseo marítimo que nos lleva desde la residencia hasta Corcubión. Así como ir al pabellón a hacer ejercicio para desconectar y mantenernos activos.
El lema “Soy como tú, aunque tú no lo sepas” lo tenemos presente día a día y creo, es completamente realista. Todo el tiempo que paso en Apem me siento integrada, tanto el personal como la gente del pueblo me hacen sentir especial pero no diferente.
Colaboradores del C.R.P.L de Cee