Cuando uno se prepara para la vida en sociedad tiene que tener en cuenta toda una serie de condicionamientos y de recursos que están a su alcance. Una buena información o una buena ayuda de los profesionales contribuyen a una más que segura reparación y rehabilitación biopsicosocial.
Muchas veces en un caso donde el cuidador es de la familia no se puede elegir un camino verdadero y autónomo para la persona con enfermedad mental. Las cosas vienen dadas, entonces, por la situación económica y parental de los miembros que conviven en un mismo domicilio. Nuestra particular dependencia de la familia pide, asimismo, una cosa más: Hay que ceder a otras soluciones y vÃas profesionales para registrar e interpretar el resultado de nuestro examen integral. En ese terreno, el profesional es capaz de dar una visión más concreta o general de la que puede ofrecer el propio familiar. Ve más naturalmente los sÃntomas y estudia y coteja los diagnósticos de nuestra salud mental.
Y creo no exagerar nada por decir que se debe cuidar siempre al cuidador familiar también. Como agente pasivo crea unos lazos o vÃnculos estrechos y sentimentales con el usuario pero, además, asiste preocupado al desenlace y al avance general de la enfermedad y, con esto, tanto su rol como sus necesidades cambian.
Con todo, también es necesario pensar y dar cabida en estas lÃneas a todas las asociaciones que, como APEM, luchan y derraman sus talentos pródigamente para que una sola voz sea escuchada. Son saludes que acompañan al enfermo. Son personas que hacen el bien y que no necesitan de nuestro reconocimiento social, pero que nos hacen feliz con una sonrisa en la cara o con una palabra de amor y de comprensión en la boca y en la mente. Gracias.
Moisés Castro, colaborador del CRPL Los Chopos