Hoy toca hablar sobre mi vida. Es algo que me resulta complicado, porque he tenido muchas experiencias malas que me causaron mucho dolor y que todavÃa hoy me afectan. Pero creo que hacerlo me puede ayudar a relativizar cosas y darme cuenta que son pasado y en el pasado deben quedar.
Mis padres me tuvieron mayores; mi madre tenÃa 39 años y mi padre unos 5 ó 6 más. De mi padre no soy capaz de recordar muchos gestos de cariño; prácticamente no hablábamos nada, mi madre fue la encargada de criarme y sacarme adelante; si no fuera por ella y su inmenso cariño y dedicación, no sé dónde estarÃa hoy en dÃa.
En el colegio tampoco me fueron bien las cosas; era un niño gordito, tartamudo, bueno en las notas y totalmente nulo en deportes. Eso hizo que fuera la diana de todas las burlas y las risas.
Todo eso me hacÃa sufrir mucho. Uno de los peores momentos de cada semana era la clase de gimnasia. No era capaz de hacer ninguno de los ejercicios que nos mandaba el profesor.
Cuando hablaba de subir la cuerda, y miraba hacia arriba pensaba que me tendrÃa que poner un cohete, porque si no era imposible; no tenÃa ninguna fuerza en los brazos y pesaba demasiado como para llegar hasta ahà arriba. Este sufrimiento en clase de gimnasia me duró hasta el último año que la tuve. En tercero de BUP el profesor me dijo que si no me apuntaba a algún deporte me suspenderÃa. Me metà en tenis de mesa pensando que me tendrÃa que mover poco y serÃa fácil. Llegué a jugar un partido de la liga de Institutos en el Femenino, en la Plaza de Pontevedra. Lógicamente perdÃ.
Esta falta de autoestima provocada por la falta de cariño de mi padre hizo que mi relación con las chicas fuera un desastre.
Cómo se me acaba el espacio voy a ir acabando. Con los años he llegado a tener autoestima y ser capaz de relacionarme con la gente. Tengo sueños que espero cumplir y, sobre todo, ser feliz, Parece un tópico, pero durante mucho tiempo no lo fui.
Rafael MartÃnez Corral, colaborador del CRPL Culleredo-Sara Vázquez.