Un día me encontraba en mi casa cocinando y me dio un mareo, llamé a mis familiares y ellos llamaron al médico de cabecera, el me dio una explicación por encima de lo que pasaba y me envió al CHUAC, una vez allí me atendieron dos psiquiatras y les expliqué mi larga historia.
Acto seguido me llevaron a Oza y allí me internaron un mes y empezaron a pasarme ciertas cosas como que tuve pareja, intentaba buscar allí un trabajo de informático, es decir, ayudarles con alguna complicación, aunque parecía que no necesitaban de mis conocimientos.
Las psiquiatras me recomendaron APEM Chopos. A las primeras personas que allí conocí fue a Gemma y a Nacho y luego conocí a Lucía, Bea, Carlos, demás voluntarios y a mis compañeros.
Al principio me costó un poco elegir un taller de entre todas las actividades que hay por la tarde, pero al final me decante por el Taller de Cocina.
Me costó un poco relacionarme con la gente y tal vez a ellos conmigo ya que era el nuevo y cada uno teníamos nuestro diagnóstico y eso también frena algo, pero poco a poco fue surgiendo algo de amistad.
En el Taller de Cocina, que imparte Carlos, voluntario aquí en APEM, hacemos muchas recetas, como bizcochos, hojaldre, tortilla de patata, pastas, etc.
El siguiente paso fue decidir apuntarme al Taller de Blog que hay los lunes por la tarde. Allí vemos documentales o debatimos sobre diferentes temas que se plasman en el blog que se llama “Anacos de vida”.
Y ahora me encuentro en APEM Sagrada Familia, que es un centro de rehabilitación, en donde volvía a coincidir con Bea y conocí a Paula y Lorena, mis psicólogas. En este centro se explican temas de psicología, estimulación cognitiva, películas, búsqueda ocupacional… El estar aquí me parece muy divertido y productivo.